martes, 11 de marzo de 2008

Sin gafas

 

En los momentos en los que no ves no puedes hacer nada. En estos momentos sin gafas no me queda otra que dormir y escuchar música, pero, ¿qué hacer cuando se acaba la batería del ipod? Pues no queda otra que escribir. Muy de cerca, eso sí.

Cojo la libreta de hojas amarillentas que guardo en la mesilla y el antiguo portaminas Faber Castell tk de mi hermano. Mis pupilas, mal acostumbradas, intentan con dificultad enfocar algo en el papel. Mi caligrafía es ahora, y con más razón, menos figurativa que nunca. Si a la vez que pienso trazara una linea recta sobre el papel, para mí sería, en estos momentos, lo mismo que escribir.

Pero no todo es minusvalía. Mi deficiencia ocular me proporciona una supervalía que pocos o casi nadie puede llegar a conocer. Puedo apreciar las texturas del hilo de mi camiseta, la superficie arenosa de polvo gris sobre el papel de va dejando mi lápiz. La suavidad de este papel.

Puedo ver como cualquier color es una conjunción centrífuga de tres puntos de tintas planas. Los gigantes contraluces de cada pliegue las sábanas. La suavidad descrita con pequeños volúmenes.

El brillo puntillista de cualquier elemento de metal rodeado de millones de esponjosas luces que no representan nada, solo a ellas mismas. Como si el sentido de la luz no fuera el de describir formas sino el de expresarse por ella misma.

La luz no quiere que aprecies la arista, solo que la mires a ella, por sí misma.

Puede que sea por eso por lo que desde siempre me hice amigo de la luz y de las cosas pequeñas.

La geometría no es para los ciegos.

Hay un mundo de placer inimaginable para los que vemos solo de cerca los pequeños detalles.

El mundo puede ser un Cézanne o un Pollock, dependiendo de tu nivel de miopía, pero siempre habrá disponible para ti una nueva forma de ver lo que te rodea, más aproximada a la realidad tangible, lo que puedes tocar y acariciar, y más alejada de los sueños irreales que son percibidos, de lejos, por tus ojos.

 

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¿Cuanto hace que no olías el papel de los libros sin usar? ¿No recuerdas lo feliz que eras de niño cuando este olor impregnaba tus tardes?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

_thomacco

1 comentario:

  1. kafkatamuraEse olor aún me sigue haciendo feliz en muchas de mis tardes actuales.

    Si pudiésemos hablar de las miradas, de todo lo que ellas conllevan y todo los subtítulos que sobran cuando uno sabe usarlas bien.

    Nos vemos! [como un miope puede ver a otro miope]

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