sábado, 4 de septiembre de 2010

El Invierno

 

Se nos echó el invierno encima.

Delgados y atléticos, los cuerpos comienzan a sentir el frío.

Ya se fue el calor que el verano dejaba sentir en la piel.

Ese verano tan largo, que duró casi un año.

Ya los árboles sin hojas dejan ver la raquítica figura de su tronco y sus extremidades.

La columna vertebral y la médula.

La desnudez.

 

¡Qué cegador con su luz y su brillo el verano!

No se veía debajo del frondoso tapiz de hojas y flores.

Ahora los hombres que siegan el trigo esperarán un año

y las esposas amantes pasarán el invierno gritando:

¡Qué cegador con su luz y su brillo el verano!

 

 

 

 

 

 

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